LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

La Jornada, Opinión

24 de julio de 2015

http://www.jornada.unam.mx/2015/07/24/opinion/007a1pol

 

Acosado por el escarnio público provocado por la fuga de El Chapo Guzmán, por la imparable devaluación del peso, por el estancamiento de la economía, por el fracaso de la primera ronda petrolera y por la incesante violación a los derechos humanos, el gobierno de Enrique Peña Nieto decidió tender una nube de humo a sus descalabros y huir hacia adelante con un golpe de mano contra el magisterio oaxaqueño.

Como si los profesores fueran una amenaza para la seguridad nacional, la blitzkrieg de Los Pinos trasladó a Oaxaca a miles de uniformados: 4 mil policías federales, tres brigadas de la policía militar de 660 elementos cada una, además de los 4 mil soldados de la Zona Militar.

Por si fuera poco, ocupó edificios públicos e infraestructuras estratégicas, hizo que los helicópteros sobrevolaran la capital del estado, congeló ilegalmente las cuentas bancarias del sindicato magisterial y de algunos de sus dirigentes y puso sobre sus cabezas la espada de Damocles de su posible detención.

De paso, desapareció por decreto, sin notificación alguna, el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (Ieepo) y rompió unilateralmente los compromisos que regulaban las relaciones laborales y profesionales entre el gobierno del estado y los maestros.

El Ieepo es el equivalente a las secretarías de Educación que existen en otros entidades. Fue creado en 1992, durante el gobierno de Heladio Ramírez, en el marco de la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica y Normal (Anmeb), impulsada por el entonces presidente Carlos Salinas para tratar de resolver los problemas de gigantismo y burocratización de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

A pesar de que los maestros de la sección 22 se oponían a la federalización de la enseñanza, aceptaron la formación del instituto como un organismo descentralizado. El 28 de octubre de 1992 firmaron la minuta principal. Es falso que se hayan apoderado de la institución. El director del instituto y su junta directiva siempre fueron designados por el gobernador en turno. Los maestros escogieron algunos mandos medios, a partir de criterios académicos y profesionales.

Desde Los Pinos se presenta la desaparición del viejo Ieepo como la medida que permitirá al gobierno estatal recobrar la rectoría de la educación. Eso es falso. Ya la perdió a manos del gobierno federal. El nuevo organismo abroga en los hechos la federalización educativa y mete a su junta directiva a la SEP. De paso, incorpora a su conducción a personas tan entendidas en asuntos educativos como los titulares de las secretarías: general de Gobierno, Salud, Finanzas, Administración, Desarrollo Social, Culturas y Artes, Contraloría y Transparencia.

Ironías de la reforma educativa, el director del nuevo Ieepo es el mismo que estuvo al frente del viejo Ieepo desde octubre de 2014: Moisés Robles Cruz. Abogado de formación, integrante del grupo cercano al ex gobernador Diódoro Carrasco –con quien colaboró como coordinador de Documentación y Control de Gestión de la oficina cuando éste fue secretario de Gobernación–, el ahora responsable de la instrucción pública básica y normal de Oaxaca ignora el mundo de la pedagogía.

Más que para encabezar la enseñanza, su trayectoria es idónea para ser jefe de policía: fue agente del Ministerio Público en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca y, posteriormente, director general de Asuntos Jurídicos de la Policía Federal, en tiempos del inefable Genaro García Luna.

Según la campaña mediática del gobierno, la representación de los dirigentes de la sección 22 proviene, no del mandato de sus bases, sino del supuesto control que tienen del Ieepo. Han difundido la idea de que la fuerza de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) depende exclusivamente de Oaxaca. Y, encarrerados, se han hecho ilusiones de que, a partir del golpe de mano contra los oaxaqueños, las protestas en el resto del país cesarán.

Pero eso no va a suceder. La blitzkrieg no frenará el descontento magisterial a escala nacional. El actual malestar de los profesores no se limita a la CNTE, ni la fuerza de la coordinadora está constreñida a Oaxaca, por más que allí esté su contingente más consolidado. Es falso que la legitimidad del liderazgo de los trabajadores de la educación de la sección 22 dependa de su influencia en el Ieepo.

El movimiento democrático en la entidad surgió en mayo de 1980. Entre ese año y 1992 –fecha en el que se formó el Ieepo– actuó en la escena política estatal y nacional con mucho vigor y capacidad de convocatoria. Lo hizo a pesar de que, en distintos momentos, no contó con la representación formal, porque, entre 1985 y 1989, Carlos Jonguitud se opuso a la realización de su congreso. El gremio no tuvo un centavo de cuotas sindicales para moverse. Y, a pesar de eso, siguió actuando y fue un dolor de cabeza para los gobernadores en turno. Contar o no contar con apoyos institucionales no fue un impedimento para que protestara.

La actual dirección del gremio en Oaxaca es transitoria. De hecho, todas lo han sido desde que se nombró el primer comité democrático en 1982. Ningún representante se reelige. Al terminar su periodo sindical regresan a su escuela. A lo largo de los 35 años de vida que el movimiento tiene ha formado a centenares de líderes. Meter a la cárcel a algunos de ellos puede ser un contratiempo, pero no descabeza la organización.

El magisterio oaxaqueño tiene una cultura política de lucha de muchas décadas. En parte se nutre de la desarrollada en siglos de resistencia de las comunidades indígenas. Su comportamiento real poco tiene que ver con la caricatura que desde el poder se ha hecho de su movimiento. Sabe avanzar y retroceder, presionar y negociar con inteligencia.

Ahora están en Oaxaca la policía y el Ejército. ¿Cuánto tiempo podrán permanecer en la entidad? Es temporada vacacional. Cuando las clases se reinicien, ¿van a mandar a un gendarme a cada una de las escuelas? El gobierno tiene muchos frentes que atender. No puede concentrar allí fuerzas indefinidamente. Este movimiento tiene 35 años de vida. Y ha sobrevivido a todo lo que le ha querido hacer. La partida no ha culminado.