CHIRRÍN, CHIRRÍN, MI PROFESOR, REGRESO SÍ, REGRESO NO…NI MODO HAY QUE ESTUDIAR.
Profesor Víctor Amancio Gómez Durán
Tratando de repensar la función docente en tiempos de coronavirus, viene a mi mente ese film tan hermoso de Mario Moreno Cantinflas “El profesor”, no se puede pasar por alto la linda imagen en que con los niños cantan el tan conocido entre los maestros y maestras “Chirrín, Chirrín”.
Me gusta la frase “Chirrín, Chirrín” para utilizarla en este escrito como una especie de alarma, de timbre, de sirena que nos llama a los maestros y maestras a pensar la realidad que vivimos y a la que aspiramos si verdaderamente pensamos que pueda ser “Una nueva realidad”.
Pensar una nueva realidad y construirla implica reflexionar e interrogarnos, el gran Freire nos ha enseñado que, para verdaderamente mirar el mundo, de construirlo y pensar en su re-creación implica interrogarnos, “Todo tiempo de aprender, es tiempo de pregunta”
De tal manera que si aspiramos a una nueva realidad implica hacer gimnasia mental, interrogarnos, plantearnos preguntas, sabiendo de antemano que al preguntarnos no vamos a obtener respuestas únicas y absolutas. Planteémonos entonces algunas interrogantes que dan vuelta en el pensamiento de los y las docentes en tiempos de pandemia: ¿Regresamos a la escuela?, ¿Cómo vamos a cerrar el ciclo?, ¿Si regresamos, a qué?, ¿Y si el regreso es hasta agosto?, ¿Qué hago con lo que me faltaba del programa?, ¿El año escolar está terminado? Y así… podemos seguir escribiendo muchas otras interrogantes que no me daría espacio para recuperar.
Me emociona mucho encontrar a algún maestro o maestra en la red y lo primero que se hace, son comentarios a cerca de la situación, se plantean algunas preguntas y algunas reflexiones acompañan el encuentro.
La pandemia ha traído al pensamiento de los maestros y maestras un nuevo “Chirrín, Chirrín”, la oportunidad para detenernos a pensar en esa “realidad” que vivíamos y que hemos puesto en cuestión, en este tiempo de hacinamiento hemos tenido la oportunidad de detener las prisas, ahora hay tiempo para detenerse a pensar, leer algo, mirar una película, disfrutar con la familia, redescubrir la casa como espacio de vida humana, las prisas descansaron un poco y nos permitieron mirar las calles con un poco menos de vehículos, menos contaminación, menos estrés, menos basura, y advierto solo un poquito menos, creo que el mundo está en un respiro profundo.
En este tiempo para pensar, es momento de plantearnos entonces aquella realidad que vivimos y la nueva realidad que se debe construir, de tal manera que este tiempo nos ha enseñado que definitivamente no podremos regresar a vivir pedagógicamente lo mismo, tenemos que pensar nuevas realidades y digo realidades porque no podemos imponer una forma de vivir pedagógicamente a todos y todas las niñas, las escuelas, los maestros y maestras, las comunidades, es momento de pensar la construcción a esa nueva realidad y precisamente el pensar esa nueva realidad implica movilizar el pensamiento de ese maestro y maestra crítica que tanto mencionamos en el PTEO, es momento de imaginar formas, procedimientos, planteamientos que sacudan la realidad vivida y transformar verdaderamente nuestro hacer pedagógico.
Chirrín, Chirrín, mi profesor…“Rumiar” el ejercicio pedagógico es tarea fundamental del intelectual transformador dice Giroux, es el momento de re-pensar la educación, de tal suerte que aparecen otras preguntas que merodean el pensamiento de maestras y maestros ¿van los niños y niñas a regresar a lo mismo?, esto me recuerda el “meme” donde el niño pide ayuda para que el maestro ya no le deje más tarea, ¿El niño quiere regresar a la escuela? Creo que sí, pero no quiere regresar a lo mismo, no quiere regresar a esa escuela fría llena de obligaciones, tareas, castigos, órdenes, represión, evaluación, premios y castigos, estrés, de ninguna manera quiere regresar a la “Escuela del sufrimiento”, él quiere regresar a una escuela feliz, donde pueda convivir, abrazar a sus amigos, saludarlos, disfrutar del aprendizaje en libertad, encontrarle significado a lo que hace, a la tarea (si no hubiera mejor), a las actividades que le permiten descubrir y sorprenderse del mundo, en libertad, armonía y significado, si no es a esto maestra o maestro, es mejor no regresar.
Este debe sonar más fuerte, Chirrín, Chirrín mi profesor… Preocupa mucho que el maestro o maestra esté pensando regresar a llenarle de tarea la vida a los niños, a terminar sus contenidos programáticos (vive atado al currículo), evaluar, preparar la clausura, querer vivir la rutina de los meses de mayo, junio y julio de cada ciclo escolar, a darle tarea a padres de familia, actividades rutinarias, viejas y sin sentido, a someterse a una escuela llena de actividades rutinarias, administrativas donde pareciera que en lugar de liberar la práctica docente, luchamos por llenarla de documentos, trámites, preocupados por la falsa idea del “Maestro cumplido”, esa idea meritocrática que no hace del maestro más que un sujeto sometido al sistema administrativo y gerencial de la docencia.
Esto se pone bueno…cantemos, Chirrín, Chirrín mi profesor… aparece otra escena de la mencionada película en la que el Profesor es despojado de su escuela al quemársela, su espíritu docente y aquello que algunos han nombrado como el “Llamado divino” la vocación, le hace pensar en que la escuela no son las cuatro paredes ni el edificio, y construye una nueva realidad con sus alumnos “La escuela al natural” donde está lo humano, el conocimiento, el aprender en comunidad, en la vida y para ella, una escuela en el campo con todas las precariedades que se le quieran ver, pero una escuela.
Precisamente la construcción de una nueva realidad en tiempos de pandemia nos convoca, pero, ¿Qué hacer ante maestros llenos y vacíos? esto está fuerte pero venga, Chirrín, Chirrín, mi profesor… Considero que pensar en la imagen del “maestro lleno” es pensar en el maestro que no tiene más que pensar, todo lo tiene, está lleno, lleno de formas, procedimientos, actividades de año con año, guías, manuales, rutinas. Inclusive muestra una terrible indiferencia ante lo diferente, su plan ni lo piensa, menos lo imagina, ya lo tiene desde hace años, hará lo que la mayoría diga, finalmente se suma sin propuesta, imaginación, sin creación. Freire se refería a esto como la educación bancaria, donde la cabeza del que aprende está llena como depósito.
Aspiramos en la imagen que propongo del “maestro vacío” vacío como posibilidad de crear y crecer, un pensamiento sin plataforma tirado al vacío que en la caída precipitada encuentra plataforma en la creación, en la imaginación, en la propuesta. El abandono de formatos y procedimientos preestablecidos, preelaborados nos ayudan y acrecientan la búsqueda de lo nuevo, lo diferente. Es necesario tener espacio en nuestro disco duro y una buena reseteada a nuestro pensamiento ayuda a poder imaginar cómo será esa nueva realidad a la que regresaremos en lo escolar y en lo pedagógico, hay que pensar una nueva realidad y esa hay que construirla.
Pues bueno, Chirrín, Chirrín, mi profesor algunas preguntas finales para pensarle, ¿Cuál será la nueva realidad escolar ante la pandemia?, ¿Cuáles serán los procedimientos sanitarios para poder convivir en comunidad?, ¿Cómo podremos vivir juntos?, ¿Cuáles son las nuevas tareas de la escuela?, ¿Cuál es la nueva pedagogía?, ¿Cómo y de qué manera volveremos encontrarnos para seguir aprendiendo?, ¿Qué dicen los niños?…La pandemia una oportunidad para repensar la escuela y la vida.
Que bien que se dice que no regresaremos a la “normalidad”, vamos a regresar a una “nueva normalidad”, ¿Cuál será? Hay que pensarla.
Mientras…
Chirrín, Chirrín, mi Profesor,
lo dices Tú, lo digo Yo,
Chirrín, Chirrín, mi Profesor,
ni modo hay que pensar…
Y la pandemia sigue…
Mayo, 2020.