JOHN M. ACKERMAN
La Jornada, Opinión
Lunes 9 de noviembre de 2015
“¿Qué se diría a la tripulación de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso, nombrara piloto a un carnicero que, sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la de haber traicionado y asesinado al capitán del barco?” Son las palabras del doctor Belisario Domínguez, pronunciadas en el Senado el 23 de septiembre de 1913 en repudio a la usurpación de la Presidencia de la República por Victoriano Huerta contra el líder revolucionario Francisco I. Madero. Dos semanas después, el senador por el estado de Chiapas fue brutalmente ejecutado por asesinos a sueldo del régimen autoritario.
Este próximo jueves, 12 de noviembre, el Senado coronará su traición a los enaltecidos principios de la Revolución Mexicana con la entrega de la Medalla Belisario Domínguez a uno de los principales oligarcas del país, Alberto Baillères. Asistirá al acto de premiación la versión contemporánea del piloto carnicero de antaño, Enrique Peña Nieto. El principal mérito del galardonado empresario minero y refresquero, así como miembro del consejo de administración de Televisa, ha sido su apoyo incondicional al régimen autoritario actual. El también presidente de la junta de gobierno del ITAM, es un reconocido financiador de las campañas electorales del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Baillères ha acumulado fortunas millonarias, 18 mil millones de dólares de acuerdo con la revista Forbes, a costa de saquear a la nación mexicana, destruir el medio ambiente y empobrecer a la población. De acuerdo con el reciente estudio de Oxfam-México, escrito por Gerardo Esquivel (véase: http://ow.ly/Uoazd), el 10 por ciento más rico de México concentra 64.4 por ciento de toda la riqueza del país. Asimismo, entre 2002 y 2014 la riqueza de los cuatro mexicanos más adinerados, Baillères es el número dos después de Carlos Slim, aumentó de 2 a 9 por ciento del PIB. Mientras, México hoy cuenta con más de 53 millones de pobres que no tienen suficiente para satisfacer sus necesidades básicas.
Baillères ha sabido cobrar bien su apoyo a sus cómplices en el gobierno por medio de concesiones mineras, exenciones fiscales y otros tratos privilegiados. Hace unas semanas, a la nueva empresa de Baillères, Petrobal, fue asignado el bloque cuatro de la segunda licitación de la ronda uno de la privatización petrolera. En el contexto de un régimen donde todo se compra y se vende, vale la pena preguntarnos a cuánto habría ascendido el costo de la decisión de entregar una medalla que simboliza la libertad de expresión a uno de los principales responsables del fracaso de la transición democrática mexicana.
La semana pasada, cuatro dirigentes magisteriales de Oaxaca (Juan Carlos Orozco, Othón Nazariega, Efraín Picaso y Roberto Jiménez) fueron enviados a la misma cárcel de máxima seguridad, el Altiplano, donde se escapó hace unos meses Joaquín El Chapo Guzmán con la complicidad de autoridades federales. Si fueran poderosos narcotraficantes o empresarios mineros, los maestros podrían comprar su liberación e incluso medallas al mérito cívico. Pero en tiempos de Peña Nieto, como con Huerta hace 100 años, los luchadores sociales son considerados enemigos para ser pisoteados y eliminados.
Estos nuevos presos políticos se suman a la larga lista de periodistas, activistas y defensores de derechos humanos detenidos, amenazados, censurados y asesinados por el actual régimen autoritario. Ellos son los verdaderos héroes de hoy que siguen el ejemplo del doctor Belisario Domínguez en su lucha por una nueva patria justa y democrática.
Otros ejemplares luchadores sociales son los valientes policías comunitarios de Ostula, Michoacán. Gracias a los reportajes de Arturo Cano en La Jornada(http://ow.ly/UocVY) hemos podido conocer la lucha de Cemeí Verdía, Germán Ramírez y sus colegas en contra de las mineras (¿alguna acaso propiedad de Baillères?), los narcotraficantes y las autoridades corruptas, cuyo único interés es la acumulación de dinero y poder. “Ahora no sólo es contra los templarios. Es contra el gobierno, porque está atentando contra todos, y si nos dejamos el gobierno nos va a venir a destruir”, señaló un líder de Ostula. Al gobierno le estorbamos para saquear las minas. Pero debe entender que estamos al tiro, indicó otro.
En su histórico discurso del 23 de septiembre de 1913, don Belisario Domínguez reclamó al presidente usurpador por pretender engañar a la nación mexicana, cuando la verdad es ésta: durante el gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se hizo nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República es infinitamente peor que antes. De acuerdo con el senador de Chiapas, si bien para los espíritus débiles parece que nuestra ruina es inevitable, todavía existía la oportunidad de renovar la nación y avanzar por el sendero de la paz y la democracia que constituyen el supremo anhelo de todos los mexicanos.
El distinguido doctor y político tuvo razón. Unos meses después, Huerta sería depuesto y cabalgarían juntos Pancho Villa y Emiliano Zapata a Palacio Nacional.
El desánimo actual es tan grande como durante los tiempos de Belisario Domínguez. La ruina total una vez más parece inevitable. Sin embargo, la historia nunca descansa y con nuestras acciones podemos formar parte de una nueva reconstrucción de la patria.
(http://www.jornada.unam.mx/2015/11/09/opinion/031a2pol)